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¿Cuál es el secreto de Lucía pariente?

abril 16, 2022

Canonización

El P. De Marchi describió sus rasgos de la siguiente manera: “No era una niña bonita. El único atractivo de su rostro -que no era en general repelente- eran sus dos grandes ojos negros que salían de debajo de unas gruesas cejas. Su cabello, espeso y oscuro, estaba dividido en el centro sobre los hombros. Su nariz era más bien chata, sus labios gruesos y su boca grande”[6].

Volvió a Fátima con motivo de cuatro peregrinaciones papales -todas ellas el 13 de mayo-, primero la de Pablo VI, en 1967, y la de Juan Pablo II, en 1982 (en agradecimiento por haber sobrevivido a un intento de asesinato el año anterior), 1991 y 2000, cuando fueron beatificados sus primos Jacinta y Francisco. El 16 de mayo de 2000, regresó inesperadamente a Fátima para visitar la iglesia parroquial.

Tercer secreto de Fátima

De los cientos de supuestas apariciones que la Iglesia Católica ha investigado, sólo doce han recibido la aprobación eclesiástica, y nueve de ellas ocurrieron entre 1830 y 1933. Los antropólogos culturales Victor y Edith Turner, que se convirtieron al catolicismo en 1958, consideraron en su día que el aumento de los “cultos” a las apariciones marianas era una reacción postindustrial de una “clase media baja sin derechos a una cultura que cambiaba rápidamente”[2].

La Virgen nos mostró un gran mar de fuego que parecía estar bajo la tierra. Sumergidos en este fuego había demonios y almas con forma humana, como brasas transparentes, todas ennegrecidas o de bronce bruñido, que flotaban en la conflagración, ahora elevados en el aire por las llamas que salían de su interior junto con grandes nubes de humo, ahora cayendo hacia atrás por todos lados como chispas en un gran incendio, sin peso ni equilibrio, y entre gritos y gemidos de dolor y desesperación, que nos horrorizaban y nos hacían temblar de miedo. Los demonios se distinguían por su aterradora y repulsiva semejanza con animales espantosos y desconocidos, todos negros y transparentes. Esta visión no duró más que un instante. Cómo podremos estar lo suficientemente agradecidos a nuestra bondadosa Madre celestial, que ya nos había preparado prometiendo, en la primera Aparición, llevarnos al cielo. De lo contrario, creo que habríamos muerto de miedo y terror[5].

Consagración de Rusia

R: La Virgen se apareció a tres niños pastores entre el 13 de mayo y el 13 de octubre de 1917. Los dos primeros “secretos” llamaban a la conversión y a la oración. Los mensajes incluían una advertencia sobre una nueva guerra pendiente y la conversión de Rusia.

El “tercer secreto” fue escrito por la hermana Lucía, la única superviviente de los tres niños a los que la Virgen María se apareció en Fátima en 1917. Sor Lucía -ahora monja carmelita- escribió el texto en 1944, a petición del obispo local. A continuación, el texto completo del “tercer secreto” en su traducción original:

VATICANO (CWNews.com)–En su comentario teológico sobre el “tercer secreto” de Fátima, el cardenal Joseph Ratzinger subraya que la clave para entender el mensaje de Fátima está en las palabras atribuidas a la Virgen María: “¡Penitencia, penitencia, penitencia!”.

En la primera parte de su comentario, el cardenal -que es el prefecto de la Congregación para la Doctrina de la Fe- sitúa cuidadosamente el mensaje de Fátima en su contexto adecuado, como una “revelación privada”. Explica que las revelaciones privadas deben distinguirse de la revelación pública definitiva contenida en las Escrituras, interpretadas a través de la Tradición de la Iglesia.

Beatificación

La sobrina de la vidente de Fátima, Sor Lucía dos Santos, dijo que su tía era una persona normal como todos los demás, pero compartió un consejo personal que su santa pariente solía dar: rezar al menos algo todos los días.

Por Elise HarrisLa sobrina de la vidente de Fátima, Sor Lucía dos Santos, dijo que su tía era una persona normal como todos los demás, pero compartió un consejo personal que su santa pariente solía dar: rezar al menos algo todos los días.

“Eso fue lo que pidió la Virgen: que rezáramos el rosario todos los días. Porque había muchos que no rezaban y por eso muchas almas iban al infierno porque no había nadie que rezara por ellas”, dijo.

En respuesta, Lucía no le reprochó nada, sino que le dijo que “siempre lo empiece, y si no lo termina, la Virgen lo terminará”.Anjos, de 97 años, es hija de una de las hermanas mayores de Lucía. Creció en la casa de enfrente de donde vivían Lucía y su familia, y sigue viviendo allí con uno de sus hijos. Todas las tardes se la puede ver sentada en el porche delantero con un rosario en la mano.

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