Historia de la literatura caribeña pdf
Existe una tradición en América Latina del testimonio, en el que quienes han sido víctimas de la violencia dan testimonio de lo sucedido. El triunfo de cualquier sistema opresor es completo si consigue silenciar a quienes pueden hablar de las atrocidades que ha cometido.
En 1937, se produjo una masacre poco conocida en la frontera entre Haití y la República Dominicana. A partir de la noche del 2 de octubre -algunos historiadores lo sitúan unos días antes- y durante un par de semanas, el dictador dominicano Rafael Leónidas Trujillo ordenó la matanza de cualquier haitiano que se encontrara en el lado equivocado de la frontera, una frontera que había sido recientemente redibujada y que siempre había sido invisible para todos, excepto para los conocedores de los mapas.
Los historiadores difieren en cuanto al número de víctimas, desde una estimación conservadora de 6.000 hasta más de 20.000. Algunos de estos historiadores se centran en las inexactitudes del recuento de alto nivel, como si una cifra inferior absolviera de algún modo a los autores dominicanos del asesinato. Esta divergencia se ha utilizado como cortina de humo, como si sin un recuento exacto no se pudiera evaluar con justicia el hecho de la masacre. Estos detractores nunca estarán satisfechos, ya que los muertos no pueden hablar y los que fueron arrojados al mar no dejaron ningún rastro. Además, absuelven a la nación de culpa explicando la masacre como un acto de autodefensa, citando una invasión que tuvo lugar cien años antes, cuando las tropas haitianas invadieron la República Dominicana.
Temas de identidad en la literatura caribeña
Julia Álvarez (nacida el 27 de marzo de 1950) es una poeta, novelista y ensayista estadounidense del Nuevo Formalismo. Saltó a la fama con las novelas Cómo perdieron el acento las chicas García (1991), En el tiempo de las mariposas (1994) y ¡Yo! (1997). Entre sus publicaciones como poeta destacan Regreso a casa (1984) y La mujer que me guardé para mí (2004), y como ensayista la recopilación autobiográfica Algo que declarar (1998). Muchos críticos literarios la consideran una de las escritoras latinas más significativas y ha logrado un éxito crítico y comercial a escala internacional.
Julia Álvarez también ha escrito varios libros para los lectores más jóvenes. Su primer libro ilustrado para niños fue “Las huellas secretas”, publicado en 2002. Posteriormente, Álvarez ha escrito otros libros para jóvenes lectores, como la serie de libros “Tía Lola”[3].
Nacida en Nueva York, pasó los primeros diez años de su infancia en la República Dominicana, hasta que la participación de su padre en una rebelión política obligó a su familia a huir del país. Muchas de sus obras están influenciadas por sus experiencias como dominicana-estadounidense y se centran en temas de inmigración, asimilación e identidad. Es conocida por sus obras que examinan las expectativas culturales de las mujeres tanto en la República Dominicana como en Estados Unidos, y por sus rigurosas investigaciones de los estereotipos culturales. En los últimos años, Álvarez ha ampliado su temática con obras como “En el nombre de Salomé” (2000), una novela con personajes cubanos en lugar de únicamente dominicanos y versiones ficticias de personajes históricos.
Pedro mir poemas
Una mañana de julio, en el Liceo Sainte-Ursule de Goma, al este de la República Democrática del Congo, los alumnos que participan en un espectáculo de poesía slam al aire libre recitan textos que reclaman la igualdad de género, la justicia social, la protección de los niños y la dignidad humana. Han sido iniciados en este arte poético y oratorio por el colectivo Goma Slam Session.
“En África nos enseñan a no criticar al jefe, a no decir ‘no’ a nuestro padre, a no hacer valer nuestros derechos, nos dicen que las mujeres deben estar en la cocina y que la escuela es para los hombres. Como artistas, utilizamos el slam para hacer valer nuestros derechos, para romper tabúes y prejuicios”, explica Ben Kamuntu, miembro del grupo que cuenta con hasta 90 participantes.
Fue en 2017 cuando Kamuntu y sus amigos fundaron este colectivo para ofrecer un foro de expresión e intercambio a través de la poesía slam, a veces recitada con un fondo musical. El país se encontraba en pleno periodo de transición, con el ex presidente congoleño Joseph Kabila aferrado al poder, aunque su mandato había llegado a su fin.
Literatura caribeña slideshare
Con el antisemitismo cada vez más virulento de principios de los años 30, emigró a Italia con su amigo y futuro marido, Erwin Walter Palm, estudiante de Arqueología. Allí se doctoró en ciencias políticas en Florencia y trabajó como profesora de idiomas en Roma entre 1935 y 1939. Ella y Palm se casaron en 1936.
Tras la visita de Hitler a Roma y con el ambiente cada vez más tenso de la Italia fascista bajo el gobierno de Mussolini, ella y Palm se fueron a Inglaterra, donde ella trabajó como profesora en el St. Aldyn’s College. Pero aquí el temor al nazismo seguía aumentando, y la pareja intentó sin éxito conseguir un visado para Estados Unidos, México, Argentina y Brasil. Finalmente consiguieron un visado para la República Dominicana, a donde emigraron en 1940.
Vivieron allí, en Santo Domingo, durante catorce años. Hilde trabajó como traductora y profesora en la Universidad de Santo Domingo. También se convirtió en fotógrafa de arquitectura, documentando la antigua ciudad de Santo Domingo, que apareció en el importante libro de su marido sobre el arte y la arquitectura de la “Ciudad Americana más antigua de Europa”. Ese libro ayudó al gobierno dominicano a que la UNESCO concediera a todo ese sector de la ciudad como Patrimonio de la Humanidad. En noviembre de 2006, Hilde fue galardonada con la Ordeña del Mérito de Duarte, Sánchez y Mella en reconocimiento a sus esfuerzos por impulsar la cultura dominicana.