Música para el cerebro
Si es usted un devoto de la música clásica, ya sabe que los estilos musicales de Beethoven, Vivaldi o Bach pueden transportarle a otro reino. Para otros, estas obras maestras son una simple melodía que suena en la sala de espera del médico. Independientemente de lo que piense sobre la música clásica, las investigaciones demuestran que ésta puede afectar al cerebro de diversas formas positivas, desde el fomento de la memoria hasta la ayuda a la relajación.
Si dicen que la música es “alimento para el alma”, las composiciones clásicas son omega-3, antioxidantes y una pizca de cafeína. Durante un grupo de control realizado en 1993, el físico y profesor de la Universidad de California, Dr. Gordon Shaw, observó un aumento del coeficiente intelectual en sus estudiantes universitarios tras escuchar a Mozart. Etiquetado como el “efecto Mozart”, el estudio suscitó mucho escepticismo y dudas entre los expertos. Aunque los resultados no se relacionaron específicamente con una respuesta en el aumento del CI, el Dr. Shaw creía que escuchar a Mozart podía ser útil para calentar partes del cerebro relacionadas con el pensamiento abstracto.
¿Qué hace el efecto Mozart?
Las investigaciones indican que Mozart puede mejorar la aptitud general, la inteligencia espacial y la audición de los niños. Estos hallazgos han llevado a una aceptación general del efecto Mozart entre muchos padres. En general, a los bebés les encanta la música. Responden a la música con emoción incluso antes de aprender a hablar. Como padre, debes hacer todo lo posible para ayudar a mejorar el desarrollo cognitivo de tu bebé y para divertirlo y calmarlo cuando tenga una rabieta. Aunque la crianza puede ser dura, la música es una herramienta útil para criar niños inteligentes y felices. Muchos padres se preguntan si el efecto Mozart puede mejorar el nivel de CI y otras facetas del desarrollo cerebral de sus hijos. ¿Qué es el efecto Mozart?
Hay muchas formas de ayudar a mejorar el razonamiento espacial y el desarrollo neuronal de tu bebé. Una de las mejores y más eficaces formas de conseguirlo es exponer a tu bebé a Mozart y a otras músicas clásicas. Dejar que tu bebé juegue con instrumentos y apuntarle a clases de música puede contribuir en gran medida a lograr este objetivo. Puedes utilizar nanas suaves y música suave de Mozart como música de fondo para relajar a tu bebé y ayudarle a dormir. No sólo puede estimular el desarrollo mental, sino también mejorar la calidad del sueño de tu pequeño. Mozart suave relaja el sistema nervioso y favorece un funcionamiento psicológico saludable. Empieza ahora Lo mejor que puedes hacer por tu bebé es iniciarle en las clases de música desde el principio. No es necesario que esperes a que tu hijo esté en la escuela primaria para empezar las clases de música. La mayoría de los niños de entre cuatro y cinco años están preparados para empezar a aprender los fundamentos de la música. La intervención temprana puede ayudar a tu bebé a convertirse en un adulto inteligente, además de mejorar su rendimiento académico y sus habilidades para la vida. Entonces, ¿a qué esperas? Ponte en contacto con nosotros ahora para inscribir a tu pequeño en nuestras clases de música en otoño. Otros temas musicales que te pueden interesar de nuestro blog:Importancia de la introducción a la música en la etapa temprana: El pequeño MozartTratamiento natural del TDAH – Musicoterapia
La música y el rendimiento en tareas espaciales
Si es usted un devoto de la música clásica, ya sabe que los estilos musicales de Beethoven, Vivaldi o Bach pueden transportarle a otro reino. Para otros, estas obras maestras son una simple melodía que suena en la sala de espera del médico. Independientemente de lo que piense sobre la música clásica, las investigaciones demuestran que ésta puede afectar al cerebro de diversas formas positivas, desde el fomento de la memoria hasta la ayuda a la relajación.
Si dicen que la música es “alimento para el alma”, las composiciones clásicas son omega-3, antioxidantes y una pizca de cafeína. Durante un grupo de control realizado en 1993, el físico y profesor de la Universidad de California, Dr. Gordon Shaw, observó un aumento del coeficiente intelectual en sus estudiantes universitarios tras escuchar a Mozart. Etiquetado como el “efecto Mozart”, el estudio suscitó mucho escepticismo y dudas entre los expertos. Aunque los resultados no se relacionaron específicamente con una respuesta en el aumento del CI, el Dr. Shaw creía que escuchar a Mozart podía ser útil para calentar partes del cerebro relacionadas con el pensamiento abstracto.
El poder cerebral de Mozart
El “efecto Mozart” fue descrito por primera vez en 1993 por científicos de la Universidad de California en Irvine, que pidieron a unos individuos que escucharan la sonata para dos pianos de Mozart (K448) durante 10 minutos, mientras otros escuchaban silencio o un audio de relajación diseñado para reducir la presión arterial.
El mismo estudio investigó los efectos a largo plazo de la música en el cerebro, dando a un grupo de niños de tres a cuatro años clases de teclado durante seis meses. Al final del entrenamiento, su rendimiento en una prueba de razonamiento espacio-temporal era un 30 por ciento mejor que el de los niños de una edad similar a los que se les dieron clases de informática durante seis meses o no recibieron ningún entrenamiento especial.
El aumento de las capacidades espacio-temporales de los niños pequeños duró 24 horas, en contraste con el experimento inicial basado en Mozart, cuyos resultados sólo duraron 15 minutos. Según el estudio, este resultado se debe a la mayor plasticidad del cerebro de los jóvenes y a la duración de la exposición a la música.
Posteriormente, se realizó otra prueba con un grupo de ratas en el útero a las que se expuso a la sonata para dos pianos de Mozart y a la música minimalista de Philip Glass, antes de comprobar su capacidad para orientarse en un laberinto.