¿Por qué escuchamos la música que coincide con nuestro estado de ánimo?
¿Qué es lo peor que se nos olvida llevar al gimnasio, a la biblioteca o al avión? Sin lugar a dudas, respondería siempre que los auriculares. No hay nada peor que no tener ese estímulo extra en el gimnasio, el alivio del estrés en la biblioteca y los sonidos calmantes en un avión lleno de gente. Pero, ¿por qué? ¿Es posible que un determinado género de música que escuchamos afecte a nuestro ritmo cardíaco en ese momento? Según muchos, la respuesta es sí.
El Europe PubMed Central realizó un estudio en el que se probaron los tipos e intensidades de música cuando alguien corría en una cinta de correr. Pusieron dos tipos de música diferentes. El tipo A era música fuerte, rápida y popular, mientras que el tipo B estaba compuesto por música suave, lenta y fácil de escuchar. El estudio demostró que la frecuencia cardíaca era menor cuando se escuchaba música del tipo B, pero el tiempo hasta el agotamiento era mayor cuando se escuchaba música del tipo B. Concluyeron el estudio diciendo que una música similar a la del tipo B reduce la excitación fisiológica y psicológica y aumenta el rendimiento de la resistencia.
Ritmo cardíaco bpm música
En un método inconformista, el nefrólogo Michael Field enseñó a los estudiantes de medicina a descifrar diferentes soplos cardíacos a través de sus estetoscopios, trinos, notas de gracia y decrescendos para describir los sonidos distintivos de las válvulas cardíacas que se cierran y de la sangre que se desplaza a través de las válvulas con fugas en los trastornos de las tuberías del corazón.
La razón por la que estos mapeos músico-cardíacos funcionan es porque los ritmos cardíacos anormales tienden a formar relaciones simples entre latidos e intervalos. De hecho, los ritmos característicos de la música de Beethoven se asemejan tanto a los de los trastornos del ritmo cardíaco que los cardiólogos han especulado con la posibilidad de que sean transcripciones de la posible arritmia de Beethoven, su conciencia interoceptiva de su propio latido cardíaco aumentada por su sordera.
Ésta es sólo una de las múltiples razones por las que la música debería formar parte del kit de herramientas de todo cardiólogo. La música y el corazón se han vinculado románticamente en la conciencia popular debido a sus conexiones compartidas con las emociones humanas y el cerebro. La historia está repleta de ejemplos de acontecimientos cargados de emoción seguidos casi inmediatamente por la muerte de la persona. El cirujano John Hunter pronunció célebremente: “Mi vida está a merced de cualquier canalla que me apasione”, antes de desplomarse y morir tras una acalorada reunión en la sala de juntas.
Cómo afecta la música a la presión arterial y al ritmo cardíaco
No hace falta un estudio científico para darse cuenta de que una melodía enérgica hace bombear la sangre, y muchos estudios han medido un efecto fisiológico muy definido. La música clásica relajante reduce la presión arterial y la frecuencia cardíaca, mientras que el heavy metal lo eleva. Este efecto es más pronunciado en los músicos profesionales, pero afecta a todo el mundo en cierta medida, incluso si escuchas música que no te gusta.
No está claro por qué ocurre esto, pero podría ser algo que aprendemos en el útero. Los fetos pueden oír desde el final del segundo trimestre (seis meses) y todos los bebés están expuestos al sonido de los latidos de su madre. Cuando una madre embarazada está estresada, sus latidos aumentan y el bebé puede llegar a asociar ese sonido con la sensación de estrés. Es posible que nuestra reacción a la música sea una especie de memoria empática de ese tiempo compartido”.
Luis se formó como zoólogo, pero ahora trabaja como educador de ciencia y tecnología. En su tiempo libre construye robots impresos en 3D, con la esperanza de salvarse cuando la revolución llegue inevitablemente.
Cómo su corazón controla realmente sus emociones
Tanto si prefiere las sinfonías de Stravinsky como las baladas de los Beatles, probablemente las escuche sobre todo porque simplemente le gusta cómo suenan. Tal vez no se dé cuenta de que la música no sólo afecta al sistema auditivo, sino también a muchas otras partes del cerebro, incluidas las áreas responsables del movimiento, el lenguaje, la atención, la memoria y las emociones.
La sincronización se refiere a la activación simultánea de las neuronas de diferentes partes del cerebro. “Por ejemplo, cuando se escucha un ritmo constante, se activa el sistema auditivo, pero también se activa automáticamente el sistema motor”, explica el musicoterapeuta Brian Harris, del Hospital de Rehabilitación Spaulding.
Después de ciertos tipos de accidentes cerebrovasculares, las personas no pueden mover los músculos de la lengua o los labios (disartria) y, por tanto, no pueden hablar con claridad. Pero pedirles que “canten” una canción conocida utilizando sílabas sencillas (como “la” o “fa”) en lugar de palabras ayuda a entrenar sus nervios motores o de activación muscular, lo que les ayuda a recuperar el habla.
La técnica funciona para todo tipo de movimientos. “Cuando la gente se entrena, el proceso neurológico es más eficaz porque todo se activa al mismo tiempo”, dice Harris. Cuando los supervivientes de un ictus practican la marcha al ritmo de la música, les ayuda a estabilizar el paso y mejora la velocidad, la simetría y la longitud de cada zancada.