Humor consciente de sí mismo
Sin embargo, el BVT tiene ciertas limitaciones, que constituyen el punto de partida de este trabajo. Una de ellas es que incluso los chistes que incluyen violaciones de normas no consideradas benignas pueden a veces ser percibidos como graciosos (Olin, 2016). Otra es que la teoría no da cuenta de los desacuerdos entre las personas en cuanto a si algo es gracioso dentro de una situación determinada (Meyer, 2000). En nuestra opinión, las teorías del humor también deben abordar por qué la gente a veces cuenta chistes que otros pueden considerar insultantes o inapropiados. Está claro que lo que pretende ser gracioso por parte de quien cuenta un chiste no siempre es percibido como tal por los demás. Incluso personas aparentemente inteligentes y emocionalmente sensibles hacen a veces chistes que otros consideran ofensivos. Por ejemplo, una broma sexual contada por un líder a un seguidor en un lugar de trabajo, puede ser percibida como acoso en lugar de una broma. La campaña #MeToo ha demostrado que el acoso sexual se produce a menudo en casos en los que alguien intentó (o dijo intentar) ser gracioso. Además, suele producirse en relaciones de poder asimétricas y puede estar influenciado por la cultura (Luthar y Luthar, 2002).
Cómo ser gracioso en una conversación
El humor es un fenómeno universal, pero también tiene un tinte cultural. En este artículo revisamos los estudios existentes que investigan cómo la cultura influye en la percepción y el uso del humor por parte de los individuos, así como las implicaciones del humor para el bienestar psicológico. Investigaciones anteriores han demostrado que los orientales no tienen una actitud tan positiva hacia el humor como sus homólogos occidentales. Esta percepción hace que los orientales sean menos propensos a utilizar el humor como estrategia de afrontamiento en comparación con los occidentales. A pesar de esta diferencia, los occidentales y los orientales presentan patrones similares en la relación entre su humor y el índice de bienestar psicológico, aunque la fuerza de la relación varía entre culturas. Se discuten las implicaciones y las posibles vías de investigación futuras.
El humor se refiere a la tendencia a experimentar o expresar lo que es divertido y gracioso, que siempre va acompañado de una respuesta emocional y de expresiones vocales-conductuales, como la risa y la sonrisa (Chen y Martin, 2007; Martin y Ford, 2018). En general, el humor está presente en todas las culturas humanas (Fry, 1994). Sin embargo, las personas de diferentes orígenes culturales pueden ver el humor de diferentes maneras. Como señalan Martin y Ford (2018):
Por qué es importante el humor
la risa y la comedia. Uno de William Prynne (1633) tenía más de 1.100 páginas y pretendía demostrar que las comedias “son espectáculos pecaminosos, paganos, lujuriosos e impíos, y las corrupciones más perniciosas; condenadas en todas las épocas, como daños intolerables para las iglesias, las repúblicas, las costumbres, las mentes y las almas de los hombres”. Alentaba a los cristianos a llevar una vida sobria y seria, y a no dejarse “llevar inmoderadamente por meras vanidades lascivas, o … arremeter en cachondeos excesivos a la vista de personas disolutas sin gracia”. Cuando los puritanos llegaron a gobernar Inglaterra a mediados del siglo XVII, prohibieron las comedias.
¿Es apropiado mostrar humor en situaciones serias?
El humor autorreferencial, también conocido como humor autorreflexivo o metohumor, es un tipo de expresión cómica[1] que -dirigida a algún otro sujeto, o abiertamente dirigida a sí misma- es autorreferencial de alguna manera, aludiendo intencionadamente a la propia persona que está expresando el humor de forma cómica, o a algún aspecto específico de esa misma expresión cómica. El humor autorreferencial expresado de forma discreta y surrealista es una forma de bathos. En general, el humor autorreferencial suele utilizar la hipocresía, el oxímoron o la paradoja para crear una situación contradictoria o absurda que resulte graciosa para el público.
La antigua comedia de la Atenas clásica se considera la primera -en las fuentes existentes- forma de comedia autorreferencial. Aristófanes, cuyas obras constituyen los únicos fragmentos que se conservan de la Comedia Antigua, utilizaba tramas fantásticas, máscaras grotescas e inhumanas y cambios de estatus de los personajes para calumniar a políticos prominentes y buscar la aprobación de su público[2].
El humor autorreferencial fue popularizado por Douglas Hofstadter, que escribió varios libros sobre el tema de la autorreferencia,[3][4] el término meta se ha llegado a utilizar, especialmente en el arte, para referirse a algo que es autorreferencial[5].