Red ferroviaria de España
La historia del ferrocarril en España comienza mucho más tarde que en el resto de Europa. Los problemas económicos y el terreno montañoso hicieron que la industria española no se expandiera tan rápidamente como en el resto de Europa.
El primer ferrocarril en la España peninsular (ya había un ferrocarril en funcionamiento en Cuba, que entonces formaba parte del Imperio Español) se construyó en 1848: una línea corta desde Barcelona a Mataró, una ciudad a treinta kilómetros de la costa. En 1863 las líneas cruzaban el país hasta la frontera portuguesa, y un año después se conectó la frontera francesa.
En una medida que frustraría a los diseñadores durante décadas, los primeros diseñadores de ferrocarriles españoles adoptaron un ancho de vía de 1.672 mm (5’513⁄16″), en lugar del universalmente utilizado ancho estándar de Stevenson de 1.435 milímetros (4’8½”). Se aducen dos razones para ello, aunque la verdadera razón se pierde: o bien el ancho de vía permitía que locomotoras más grandes arrastraran los trenes a través del terreno montañoso del país, o bien era puramente defensivo. Las tensiones con Francia eran elevadas a finales del siglo XIX, y si Francia invadía su material rodante sería inútil en las vías de mayor ancho. Se construyó una gran red de vía estrecha en las zonas montañosas, con un ancho de vía de 1.000 mm (3’33⁄8″).
Primer ferrocarril en Francia
Quienes viajan a otros países pueden experimentar los servicios ferroviarios de alta velocidad (HSR) y preguntarse por qué no se ha implantado una red de transporte similar en Estados Unidos. La siguiente hoja informativa ofrece una breve historia de los desarrollos ferroviarios internacionales de alta velocidad y una comparación del estado del despliegue de HSR en todo el mundo, junto con un análisis de las cuestiones que los responsables políticos y los líderes empresariales pueden querer considerar en su planificación a largo plazo para la futura infraestructura de transporte de Estados Unidos.
Aunque no existe una norma internacional única para el ferrocarril de alta velocidad, las nuevas líneas de tren que superan los 250 kilómetros por hora (km/h), o 160 millas por hora (mph), y las líneas existentes que superan los 200 km/h (120 mph) se consideran generalmente de alta velocidad. Muchos países de Europa y Asia han desarrollado el ferrocarril de alta velocidad para el transporte de pasajeros, aunque algunos sistemas también ofrecen servicio de mercancías.
El primer sistema ferroviario de alta velocidad comenzó a funcionar en Japón en 1964, y se conoce como el Shinkansen, o “tren bala”. En la actualidad, Japón cuenta con una red de nueve líneas ferroviarias de alta velocidad que dan servicio a 22 de sus principales ciudades y se extienden por sus tres islas principales, con tres líneas más en desarrollo. Es el servicio ferroviario de alta velocidad más activo del mundo, con más de 420.000 pasajeros en un día laborable normal. Sus trenes viajan hasta 320 km/h y la compañía ferroviaria presume de que, en más de 50 años de funcionamiento, no ha habido víctimas mortales ni heridos por accidentes.
Ferrocarril en España
La mayoría de los ferrocarriles son operados por Renfe Operadora; las líneas de metro y vía estrecha son operadas por FEVE y otros transportistas en las distintas comunidades autónomas. Se ha propuesto y planificado la construcción o reconversión de más líneas a ancho estándar,[3] incluyendo algunos desdoblamientos de líneas de vía ancha, especialmente donde estas líneas enlazan con Francia, incluyendo plataformas que serán elevadas.
La primera línea ferroviaria de la Península Ibérica se construyó en 1848 entre Barcelona y Mataró[4]. En 1851 se inauguró la línea Madrid-Aranjuez. En 1852 se construye la primera línea de vía estrecha; en 1863 una línea llega a la frontera portuguesa. En 1864 se inauguró la línea Madrid-Irún y se llegó a la frontera francesa[4].
Tras la apertura de la red del AVE, los ferrocarriles clásicos de ancho ibérico han perdido importancia en los viajes interurbanos; por ejemplo, el ferrocarril Madrid-Barcelona tarda más de nueve horas en recorrer el trayecto entre las dos ciudades parando en cada estación. Con la línea de alta velocidad Madrid-Barcelona, el viaje más largo posible es de sólo tres horas[6], lo que ha permitido que las líneas convencionales se centren más en el tráfico regional y de cercanías, junto con el de mercancías. Algunas líneas, como el tramo Córdoba-Bobadilla del clásico ferrocarril Córdoba-Málaga, han perdido por completo el tráfico de pasajeros debido a la apertura del AVE con los mismos destinos.
Mapa de trenes de España
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La historia del transporte ferroviario en España comienza en el siglo XIX. En 1848 se inauguró una línea de ferrocarril entre Barcelona y Mataró,[1] aunque en 1837 ya se había abierto una línea en Cuba (entonces provincia española de ultramar) que unía La Habana y Bejucal.[2] En 1852 se construyó la primera línea de vía estrecha, y en 1863 una línea llegó a la frontera portuguesa. En 1864 se abrió la línea Madrid-Irún y se llegó a la frontera francesa[1].
La última locomotora de vapor se retiró en 1975, en 1986 se elevó la velocidad máxima del ferrocarril a 160 km/h, y en 1992 se inauguró la línea de alta velocidad Madrid-Sevilla,[1] iniciando el proceso de construcción de una red de alta velocidad a nivel nacional.