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¿Cómo decir de nada?

abril 4, 2022

Por no decir nada de algo

¿Qué va a hacer el 16 de enero? Después de todas las fiestas, eventos y travesuras navideñas, puedes tomarte este día en particular para relajarte. ¿Por qué? El 16 de enero es el Día Nacional de la Nada. En un mundo que requiere una actividad casi constante, este día (y fiesta no oficial) es una excusa para levantar los pies y no hacer… nada.

El Día Nacional de la Nada fue propuesto en 1972 por Harold Pullman Coffin, columnista del San Francisco Examiner. Su propósito original era tener un día dedicado a no celebrar ninguna otra fiesta. Sin embargo, evolucionó hasta convertirse en un día en el que se ignora la lista de tareas pendientes.

Nada es un préstamo del español y se traduce directamente como “nada”. Si unimos zip y zilch, obtenemos zip, zilch, nada. Es una frase que suena intensa cuando se utiliza: “¡No quiero tener nada que ver contigo! Zip, zilch, nada!”

Los estadounidenses tomaron prestada esta palabra de las comunidades judías. Esta palabra en yiddish, que tiene grafías alternativas como bopkes o bubkes, puede significar literalmente “excrementos de cabra”. Se utiliza para referirse a nada, o a algo sin valor.

Por no hablar del significado

En 1972, a la edad de 26 años, Gilles Peress fotografió la masacre de civiles irlandeses perpetrada por el ejército británico el Domingo Sangriento. En la década de 1980 volvió al norte de Irlanda, con la intención de poner a prueba los límites del lenguaje visual y de la percepción para comprender el intratable conflicto. Digas lo que digas, no digas nada, una obra de “ficción documental”, organiza una década de fotografías a lo largo de 22 “días” ficticios para articular la estructura helicoidal de la historia durante un conflicto que parecía no tener fin, en el que cada día se convertía en una repetición de cualquier otro día como ese: días de violencia, de marchas, de disturbios, de desempleo, de luto y también de “craic” en el que se intenta olvidar la condición.

Retenida durante 30 años y ahora esperada con impaciencia, esta ambiciosa publicación lleva el lenguaje de la fotografía documental a sus extremos, y luego desafía al lector a detenerse y resolver el rompecabezas del significado por sí mismo.

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Por no hablar del perro

En diciembre de 1972, Jean McConville, de treinta y ocho años y madre de diez hijos, fue sacada de su casa de Belfast por intrusos enmascarados, con sus hijos agarrados a sus piernas. Nunca la volvieron a ver. Su secuestro fue uno de los episodios más notorios del cruel conflicto conocido como Los Problemas. Todo el mundo en el vecindario sabía que el I.R.A. era el responsable. Pero en un clima de fea

En diciembre de 1972, Jean McConville, de treinta y ocho años y madre de diez hijos, fue sacada de su casa de Belfast por intrusos enmascarados, con sus hijos agarrados a sus piernas. Nunca la volvieron a ver. Su secuestro fue uno de los episodios más notorios del cruel conflicto conocido como Los Problemas. Todo el mundo en el vecindario sabía que el I.R.A. era el responsable. Pero en un clima de miedo y paranoia, nadie quería hablar de ello. En 2003, cinco años después de que un acuerdo trajera una incómoda paz a Irlanda del Norte, se descubrió un conjunto de huesos humanos en una playa. Los hijos de McConville supieron que se trataba de su madre cuando les dijeron que había un imperdible azul en el vestido: con tantos hijos, siempre lo había tenido a mano para los pañales o la ropa rota.El fascinante libro de Patrick Radden Keefe sobre el amargo conflicto de Irlanda del Norte y sus consecuencias utiliza el caso McConville como punto de partida para el relato de una sociedad asolada por una violenta guerra de guerrillas, una guerra cuyas consecuencias nunca se han tenido en cuenta. La brutal violencia marcó no sólo a personas como los niños McConville, sino también a los miembros del I.R.A. amargados por una paz que se quedó muy lejos del objetivo de una Irlanda unida, y los dejó preguntándose si los asesinatos que cometieron no eran actos de guerra justificados, sino simples asesinatos.Patrick Radden Keefe escribe una intrincada narración sobre un notorio asesinato en Irlanda del Norte y sus devastadoras repercusiones.

Cómo no decir nada en un texto

“El objetivo de “Digas lo que digas, no digas nada” y de los “Anales del Norte” era crear una especie de experiencia inmersiva. Creo que eso es algo que los materiales visuales pueden hacer de forma diferente al lenguaje escrito”.

“Gilles se ha pasado toda su carrera luchando contra una forma de fotografía en la que un pie de foto directamente debajo te dice lo que se supone que tienes que pensar sobre ella. Y lo que intentamos hacer aquí es crear un lenguaje visual abierto que interrogue la estructura de la historia”.

“Imagínese esto: Tienes 26 años, estás de pie en una marcha de protesta. El ejército británico empieza a disparar. Ves cómo matan a civiles desarmados a tu alrededor. Tienes fotos de ello. Y, sin embargo, las investigaciones oficiales niegan la verdad de lo que ocurrió ese día”.

“Si quieres explicar lo que realmente estaba ocurriendo en el norte de Irlanda, incluido el Domingo Sangriento, tenías que intentar fotografiarlo todo: el olor a cerveza, los adoquines mojados, la vida cotidiana de la gente. Todo era importante”.

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