La mala crianza de los hijos
La crianza de los hijos es el trabajo más satisfactorio que jamás tendremos, pero no está exento de desafíos. La vida familiar moderna puede ser estresante y las presiones que sufren las familias no siempre son fáciles. En última instancia, los padres quieren lo mejor para sus hijos y una relación sólida entre padres e hijos puede ayudar a obtener mejores resultados para los niños.
La relación padre-hijo es una relación que nutre el desarrollo físico, emocional y social del niño. Es un vínculo único que cada niño y cada padre pueden disfrutar y alimentar. Esta relación sienta las bases de la personalidad del niño, de sus elecciones vitales y de su comportamiento en general. También puede afectar a la fortaleza de su salud social, física, mental y emocional.
En lo que respecta a la crianza de los hijos, no hay una talla única, sino que cambiamos y nos adaptamos a medida que nuestros hijos crecen. Sin embargo, seguir algunos sencillos consejos de crianza positiva puede ayudar en la relación con su hijo.
Ayude a su hijo a resolver problemas. Sea un buen modelo de conducta y muéstrele cómo comportarse a través de sus propias acciones. Cuando trabajas con tus hijos para encontrar soluciones, ellos aprenden a afrontar las dificultades de forma adecuada.
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ZERO TO THREE, en colaboración con la Bezos Family Foundation, ha llevado a cabo un exhaustivo trabajo de investigación, que ha incluido una serie de debates en el hogar y una amplia encuesta nacional de padres con una amplia gama de padres de niños desde el nacimiento hasta los 5 años. Nuestros hallazgos ofrecen nuevas perspectivas sobre los retos a los que se enfrentan los padres, lo que entienden y lo que no entienden sobre el desarrollo de la primera infancia, y lo que quieren y necesitan para ser los mejores padres posibles.
Sintonizando: Los padres de niños pequeños nos dicen lo que piensan, saben y necesitan es el resultado de un esfuerzo de investigación a gran escala. La encuesta, realizada en octubre de 2015, examina la paternidad desde la perspectiva de los padres milenarios y de la generación X.
Cuidar de los bebés y los niños pequeños significa preocuparse, escuchar y satisfacer las necesidades de los padres. Durante los primeros 1.000 días de vida, se forman más de un millón de conexiones neuronales en el cerebro de un bebé cada segundo. La forma en que los cuidadores adultos -los padres, en particular- interactúan y se conectan con los niños durante los primeros años puede moldear la arquitectura cerebral de los bebés de por vida.
Estilos de crianza
Un padre es el cuidador de la descendencia en su propia especie. En los humanos, un padre es el cuidador de un niño (donde “niño” se refiere a la descendencia, no necesariamente a la edad). Un padre biológico es una persona cuyos gametos dieron lugar a un niño, un varón a través del esperma y una mujer a través del óvulo. Los padres biológicos son parientes de primer grado y tienen un 50% de coincidencia genética. Una mujer también puede convertirse en madre a través de la subrogación. Algunos padres pueden ser padres adoptivos, que cuidan y crían a un hijo, pero no están relacionados biológicamente con él. Los huérfanos sin padres adoptivos pueden ser criados por sus abuelos u otros familiares.
Un padre también puede ser elaborado como un antepasado eliminado una generación. Gracias a los recientes avances médicos, es posible tener más de dos padres biológicos[1][2][3] Entre los ejemplos de terceros padres biológicos se encuentran los casos de gestación subrogada o de una tercera persona que ha proporcionado muestras de ADN durante un procedimiento de reproducción asistida que ha alterado el material genético de los receptores[4].
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Los niños empiezan a desarrollar su sentido del yo desde que son bebés, cuando se ven a sí mismos a través de los ojos de sus padres. Su tono de voz, su lenguaje corporal y todas sus expresiones son absorbidas por sus hijos. Tus palabras y acciones como padre afectan a su autoestima en desarrollo más que cualquier otra cosa.
Elogiar los logros, por pequeños que sean, les hará sentirse orgullosos; dejar que los niños hagan cosas de forma independiente les hará sentirse capaces y fuertes. Por el contrario, los comentarios despectivos o la comparación desfavorable de un niño con otro harán que se sienta inútil.
¿Te has parado a pensar cuántas veces reaccionas negativamente ante tus hijos en un día determinado? Es posible que te encuentres criticando mucho más a menudo que haciendo cumplidos. ¿Cómo te sentirías con un jefe que te tratara con tanta orientación negativa, aunque fuera bien intencionada?
El enfoque más eficaz es pillar a los niños haciendo algo bien: “Has hecho la cama sin que te lo pidan, ¡eso es estupendo!” o “Te he visto jugar con tu hermana y has sido muy paciente”. Estas afirmaciones fomentarán más el buen comportamiento a largo plazo que las reprimendas repetidas.