Una historia sobre economía social y solidaria desafiando
“La solidaridad mundial no sólo es un imperativo moral, sino que redunda en el interés de todos”, afirmó e instó a los gobiernos a atender plenamente los llamamientos de la Organización Mundial de la Salud (OMS), afirmando que “sólo somos tan fuertes como el sistema sanitario más débil”.
También se refirió al impacto de la pandemia en las mujeres, diciendo que están “soportando desproporcionadamente la carga en el hogar y en la economía en general” y en los niños, señalando que más de 800 millones no están actualmente en clase, “muchos de los cuales dependen de la escuela para obtener su única comida”.
“Debemos asegurarnos de que se aprenden las lecciones y de que esta crisis supone un momento decisivo para la preparación ante las emergencias sanitarias y para la inversión en los servicios públicos fundamentales del siglo XXI y la prestación efectiva de bienes públicos mundiales”, afirmó.
Historias de solidaridad y resistencia
La Barricada es un colectivo de voluntarios inspirado en los mapaches y el anarquismo, que funciona como biblioteca pública y cocina antialimentaria. Nuestra* biblioteca tiene una variedad de libros y fanzines de la izquierda radical que se pueden prestar gratuitamente. Creemos que la autoeducación es un elemento crucial en la lucha por el cambio social y, por tanto, pretendemos ofrecer un espacio para el aprendizaje colectivo. Organizamos debates, grupos de lectura y talleres que son gratuitos y están abiertos a cualquier persona interesada. Nuestras cenas veganas son de donación y están hechas con lo que de otra manera hubiera sido basura. Al luchar contra el desperdicio de alimentos, hacemos posible que la gente coma una comida decente sin tener que pagar una fortuna.
Estoy sentado en un taburete de la barra, mirando a mi alrededor. Otra cena dominical de Barricada está a punto de empezar. Las ollas y sartenes están sobre una larga mesa y entre 40 y 50 personas se han reunido dentro, formando poco a poco una fila en la pequeña zona de la barra. En los próximos minutos llegará más gente.
Miro los platos preparados, con curiosidad por saber qué ha hecho la gente con todo el brócoli que rescatamos ayer del contenedor. Hoy no he cocinado. Esta tarde, las ocho personas de la cocina estaban con un número desproporcionado de hombres. En el local estábamos celebrando una reunión feminista para tomarnos un tiempo para reflexionar juntas sobre las movilizaciones del fin de semana del 8 de marzo, sobre el movimiento feminista -en Holanda y en Utrecht- y sobre cómo impulsar una práctica feminista descolonial anticapitalista en la ciudad.
Historias de solidaridad – Un año después
En medio de la pandemia, las redes de apoyo del gobierno y de la comunidad han sido clave para mantener sana y a flote a Betsiré Angulo, una migrante venezolana que llegó a Colombia para hacer una nueva vida para ella y su familia.
Betsiré Angulo sabía que su decisión cambiaría totalmente su vida. Para una madre soltera de 27 años formada como abogada y policía, estar desempleada en Venezuela significaba tener que optar por medidas drásticas como la migración. Aun así, no lo pensó dos veces: el 21 de marzo de 2018 renunció a su trabajo y una semana después, sola, sin conocer a nadie y con 360 mil pesos en el bolsillo (unos 94 dólares), emprendió el ‘camino de las trochas’ (rutas no oficiales) hacia la capital de Colombia.
Llegó a Bogotá en un día lluvioso y gris; había un frío en el aire para el que no estaba preparada y que nunca olvidará. Lloró durante cuatro horas seguidas. Finalmente, entre sollozos, tomó un taxi sin rumbo. Durante el trayecto, el conductor se conmovió con su historia y acabó ayudándola a encontrar una habitación decente donde vivir. Sin papeles, sin trabajo y sin amigos, conseguir un techo decente fue toda una hazaña.
Solidaridad de la Humanidad ||Español
3 Refugio de Boko HaramCuatro años de conflicto entre el gobierno y el grupo extremista islámico Boko Haram han pasado factura en Nigeria, expulsando a más de dos millones de personas de sus hogares. Menos del 10% de los desplazados se encuentran en campamentos del gobierno, y el resto tiene que recurrir a amigos, familiares o panaderos. Lawal Dan Gashua, de 52 años, presidente de una asociación de panaderos en la ciudad norteña de Maiduguri, antiguo bastión de Boko Haram, ha alojado personalmente a 300 personas. Katerina Vitozzi, de la BBC, relata cómo ha metido a todas las personas que ha podido en su complejo “suavemente oxidado”, y ha alojado a otras en la comunidad, desde que empezaron a llegar los desplazados en 2012. Su panadería proporciona ahora un techo y un pan inagotable a 14 niños cuyos padres se encuentran entre los miles de muertos o secuestrados por Boko Haram. No recibe ningún apoyo del gobierno, y se limita a decir que su papel como presidente le hace “sentirse responsable”.2
4 Rescate de eritreos en apuros Meron Estefanos ha salvado probablemente 16.000 vidas en el último año, aunque no le importa contarlas. De las 5.000 personas que huyen del régimen despótico de Eritrea cada mes, muchas se van con su número de teléfono. Cuando tienen dificultades en las embarcaciones que se dirigen a Italia, llaman a esta periodista radiofónica de 40 años que, desde su piso de Estocolmo, comunica las coordenadas a los guardacostas; al menos 50 embarcaciones fueron rescatadas de este modo durante 2015.El viaje a través del Mediterráneo es solo uno de los muchos peligros a los que se enfrentan los refugiados del pequeño país de África oriental. Cientos de ellos han caído en manos de secuestradores despiadados que torturan, violan y matan a sus víctimas en lugares como Sudán y Libia. Estefanos negocia la liberación de los rehenes por teléfono, cobra rescates y consuela a las familias mientras hace campaña para que el gobierno actúe.Estefanos, madre soltera de dos hijos, lamenta que si los occidentales fueran secuestrados en el Sinaí, la respuesta sería muy diferente. Se trata de una cuestión racial”, afirma. Lamentablemente, nadie se preocupa por los africanos”. 3eirr.org