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¿Qué tan venenosa es la cobra?

abril 12, 2022
¿Qué tan venenosa es la cobra?

La cobra real no es una cobra

La cobra real (Ophiophagus hannah) es una especie de serpiente venenosa de los elápidos endémica de las selvas del sur y el sureste de Asia. Es el único miembro del género Ophiophagus y se distingue de otras cobras, sobre todo por su tamaño y el diseño de su cuello. La cobra real es la serpiente venenosa más larga del mundo, con una longitud media de 3,18 a 4 m (10,4 a 13,1 pies),[2] alcanzando un máximo de 5,85 m (19,2 pies)[3] El color de su piel varía en función del hábitat, desde el negro con rayas blancas hasta el gris pardo ininterrumpido. Se alimenta principalmente de otras serpientes, incluidas las de su propia especie. A diferencia de otras serpientes, rara vez caza otros vertebrados, como roedores y lagartos.

Al igual que la mayoría de las cobras y mambas, la cobra real despliega su cuello, levanta la cabeza, resopla y sisea. A pesar de su temible reputación, la cobra real evita la confrontación con los humanos siempre que sea posible. Sin embargo, cuando se le provoca, es capaz de golpear a un objetivo a larga distancia y muy por encima del suelo. En lugar de morder y retirarse, puede mantener su mordedura e inyectar una gran cantidad de veneno, lo que constituye una emergencia médica[4][5].

Antiveneno de la cobra real

Las serpientes de varios géneros (sobre todo del género Naja) pertenecientes a la familia Elapidae suelen denominarse cobras. El efecto de las mordeduras de cobra es principalmente neurotóxico. Esto se explica por la presencia de una potente neurotoxina alfa en sus venenos. Los otros dos componentes altamente tóxicos de los venenos de las cobras son las citotoxinas y las fosfolipasas A(2). Estos tres tipos de toxinas constituyen una parte importante del veneno de la cobra. Han atraído la atención de los investigadores durante muchos años y han sido muy bien estudiados y descritos en profundidad. Sin embargo, los venenos de las cobras contienen también muchos otros componentes menos abundantes que poseen una toxicidad muy baja o incluso no son tóxicos en absoluto. Estos componentes, en su mayoría proteínas, pertenecen a diferentes tipos estructurales y funcionales, y la razón de su presencia en el veneno no siempre es evidente. Algunos de ellos se conocen desde hace muchos años (por ejemplo, el factor de crecimiento nervioso y el factor del veneno de la cobra); otros (por ejemplo, las proteínas secretoras ricas en cisteína, CRISP) se han descubierto recientemente. Hay proteínas no letales con actividades biológicas únicas que pueden utilizarse como herramientas bioquímicas, mientras que otras pueden considerarse pistas potenciales para el diseño de fármacos. Esta revisión es el primer intento de sistematizar los datos disponibles sobre los componentes no letales del veneno de la cobra.

Gruñido de la cobra real

Harry Greene y Taline Kazandjian no trabajan, consultan, poseen acciones o reciben financiación de ninguna empresa u organización que pueda beneficiarse de este artículo, y no han revelado ninguna afiliación relevante más allá de su nombramiento académico.

Las cobras son criaturas fascinantes y temibles. Estas serpientes son conocidas sobre todo por su característico mecanismo de defensa, llamado “encapuchamiento”, que consiste en desplegar los lados del cuello de forma espectacular.

Sin embargo, el encapuchamiento no es el único comportamiento defensivo de las cobras. Algunas especies de cobra tienen colmillos modificados con pequeños orificios frontales. Esto les permite expulsar veneno por la fuerza en forma de spray o “escupitajo”, que puede alcanzar los ojos de un objetivo a una distancia de hasta 2,5 metros. Por este comportamiento, se las conoce como cobras escupidoras.

Curiosamente, esta adaptación única ha evolucionado tres veces de forma independiente en un pequeño grupo de serpientes afroasiáticas: una vez en las cobras africanas, otra en las asiáticas y otra en las rinkhals, también conocidas como cobras escupidoras de cuello anillado.

La serpiente más venenosa

No me odies porque soy venenosa.  Las cobras son serpientes venenosas emparentadas con los taipanes, las serpientes coral y las mambas, todas ellas miembros de la familia Elapidae. Las serpientes de esta familia no pueden plegar sus colmillos hacia abajo, como las víboras, por lo que los colmillos son generalmente más cortos. Matan a sus presas inyectando veneno a través de sus colmillos. El veneno es una neurotoxina que detiene la respiración y los latidos del corazón de la víctima. Una cobra sólo ataca a un humano si se siente amenazada. Como ocurre con cualquier serpiente venenosa, la mordedura de una cobra puede ser mortal si no se trata adecuadamente.

La vida en la cobra.  Las cobras son de distintos colores, desde el negro o el marrón oscuro hasta el blanco amarillento. Tienen músculos y costillas especializadas en el cuello que pueden sobresalir cuando la cobra se siente amenazada. Las cobras son capaces de levantar el cuerpo, extender la capucha y silbar con fuerza para ahuyentar la mayoría de las amenazas.

El fuerte silbido de una gran cobra real es suficiente para poner los pelos de punta. Funciona del mismo modo que el cascabel de la serpiente de cascabel: es una señal de advertencia que puede escucharse a una distancia segura. El mensaje es: “¡Soy grande, malo y te morderé si te acercas!”.

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